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Residuos Vegetales de Invernaderos
Hoy día, la agricultura intensiva bajo plástico, también conocida como de invernadero, ha cobrado singular importancia. Sus beneficios no son pocos, gracias a los invernaderos, los ciudadanos podemos obtener frutas y verduras frescas durante todo el año. El alto valor de estos productos en el mercado ha supuesto un auge por el que la agricultura bajo plástico ha llegado a convertirse en uno de los motores económicos de nuestra provincia.
Sin embargo, estas instalaciones de producción intensiva también tienen sus inconvenientes, pues llegan a causar un fuerte impacto sobre el medio ambiente, debido en gran parte a la cantidad de residuos que producen.
Los problemas asociados a las instalaciones de producción intensiva de alimentos vegetales bajo invernadero son bien conocidos: residuos plásticos, habitualmente mezclados con los restos vegetales tras la cosecha y residuos químicos.
Dentro de los residuos plásticos, uno de los que presentan mayores problemas a pesar de su pequeña cantidad, son los de las rafias de polietileno que sirven como soporte del crecimiento de las trepadoras (tomates, judías, pimientos, calabacines, etc.) en sustitución de las tradicionales cañas. La dificultad de un posible tratamiento surge del hecho de encontrase íntimamente mezclados con los tallos vegetales de desecho, lo que prácticamente imposibilita el tratamiento de estos últimos.
Las rafias plásticas son fijadas al suelo y el techo del invernadero y, tras la cosecha del fruto, son cortadas por ambos extremos y retiradas como residuo con todo el resto de la planta. Se han planteado distintas opciones que permitan el tratamiento de estos residuos como la posibilidad de retornar a los materiales de sujeción tradicionales (pita, cuerda, esparto, etc.), pero su producción industrial prácticamente no existe y sus precios resultan más del doble que el de la rafia de polietileno. También se ha propuesto el que se corte la rafia tan solo por su extremo inferior y se retire la planta tirando de ella, procediéndose posteriormente a cortar en el extremo superior y retirar la rafia plástica ya sin residuo vegetal. El problema de esta opción es el de sus mayores costes en la mano de obra para la recolección. Otra posibilidad es la utilización de plásticos biodegradables para estas rafias; pero el precio de sería prohibitivo para los agricultores.
En general los residuos vegetales de estos cultivos serían fácilmente reciclables por compostaje si no fuese por la presencia de las cintas de rafia plástica.
Con fin de dar solución a este problema se concibió la Planta de tratamiento de residuos vegetales de Motril. Estas instalaciones, comprendidas en un espacio de más de 24 hectáreas, situadas en un terreno conocido como “Cortijo Galindo”, en el término municipal de Motril, tienen como objetivo el tratamiento de los residuos vegetales generados en la zona, en especial, los provenientes de la agricultura intensiva de invernadero.
El trabajo llevado a cabo en la planta de Motril sirve para evitar la existencia de vertederos incontrolados, la contaminación y, al mismo tiempo, la obtención de un producto final reutilizable: el compost.
Residuos autorizados en planta
En la actualidad, la Planta de Motril tiene autorización para la recepción y proceso de los siguientes residuos:
- Restos vegetales de invernadero
- Destríos o retos de producto
- Restos de poda y limpieza de jardinería
Funcionamiento de la instalación
Los residuos que se reciben en la instalación son pesados e inspeccionados visualmente en la zona de acceso a la planta, para lo cual se dispone de una báscula y de la oficina de control, que registra todas las entradas que se producen en la planta, así como las salidas de la misma. Además, desde las oficinas de control se verifican los datos aportados por los medidores de temperatura de la planta; como por ejemplo los correspondientes los termómetros de la sala de registros, lo cual es fundamental para que la vida útil de los aparatos electrónicos de dicho lugar no se vea mermada.
Tras esta operación, los vehículos cargados pasan a la playa o era de recepción de residuos donde son descargados y nuevamente supervisados, verificando que los residuos no contengan elementos que dificulten o imposibiliten el tratamiento. En la figura 4 se pueden observar los residuos que han sido depositados en la era de maduración, y que a continuación serán transportados a los túneles.
Los residuos son transportados mediante una pala cargadora a los 16 túneles de Compostaje cuyas dimensiones son: 5 x 5 x 30 m, cerrándose mediante puertas herméticas para iniciar el proceso de Compostaje durante 3 semanas. Dentro del túnel se inicia una primera etapa del compostaje donde la temperatura aumenta considerablemente, al igual que el contenido en gases procedentes de las reacciones que se produce en el material de partida.
La ventaja de la fase túnel es la de poder controlar mediante sondas los parámetros esenciales del proceso, disminuyendo el tiempo de Compostaje en dos o tres semanas. Los parámetros principales son:
- La Temperatura y presencia de oxigeno mediante la extracción de aire por la solera a través de los equipos de aspiración instalados en la galería de servicios, la cual explicaremos más adelante.
- La humedad, mediante aspersores colocados en el techo de los túneles, permitiendo la reutilización de los lixiviados dentro del sistema interno.
Cuando el material termina la fase en túnel, que dura en torno a tres o cuatro semanas, es llevado a la era de maduración, donde permanecerá durante un periodo de entre seis u ocho semanas. Durante este tiempo, el material es regado con agua limpia, y volteado mediante la pala cargadora.
Una vez transcurrido el tiempo adecuado en la playa de maduración, y una vez que el material a reducido el tamaño de partícula lo suficiente, el material es procesado por la vareadora que lo va vertiendo en una cinta transportadora que lo conduce hacia la criba de malla elástica; en esta primera etapa, tiene una apertura de malla de entre 80x80 y 100x100 mm. Tras este proceso se obtiene un rechazo compuesto casi al 100% por rafias plásticas y un hundido que se devuelve a maduración a la espera de ser procesado en segunda fase o fase de afino.
La fase de afino, consiste en hacer pasar el material por criba de malla elástica, pero en esta etapa la apertura de malla es de 10x10 mm. El rechazo producido en esta etapa corresponde a fracciones del material cuyo tamaño de partícula no se ha reducido lo suficiente, y transcurrido un periodo de tiempo volverá a pasar por la criba de malla elástica, además de algunos impropios.
En las figuras siguientes se pueden observar las diferentes aperturas de mallas utilizadas en los procesos anteriormente descritos, en la figura 12 las mallas usadas en el afino, de 10x10mm, y en la 13 las de 80x80mm y 100x100mm.
El tiempo entre el primer y segundo paso por el conjunto vareadora-criba ya no es importante, pues el material está prácticamente maduro en su primer paso y por tanto, se hará según necesidad y disponibilidad.
Por tanto, con las instalaciones disponibles se emplean de 10 a 11 semanas en el proceso completo de tratamiento de los residuos vegetales.
Es importante reseñar que la etapa de los túneles acorta el proceso en 3 o 4 semanas, debido a que la temperatura y cantidad de oxígeno son los óptimos en cada momento. Además, gestionan eficazmente los lixiviados y disminuyen la generación de olores mediante el biofiltro.
Elementos auxiliares
El control del nivel de oxígeno, se consigue mediante la extracción de gases por ventiladores extractores situados en la galería de servicio, a través de unos orificios situados en la solera del túnel, y mecanismos de ventilación situados en la cubierta de los túneles. En las figuras 14 y15, podemos ver la galería de servicio y los elementos de ventilación situados en el techo de los túneles.
Los gases extraídos, son gases amoniacales, y no pueden ser vertidos a la atmósfera sin tratamiento alguno. Dicho tratamiento consiste en un biofiltro, compuesto por un material vegetal triturado y poroso que retiene superficialmente los gases perjudiciales. En las siguientes figuras podemos ver las bombas usadas en la extracción de los gases, situadas en la galería de servicios, y el biofiltro.
El riego de los residuos en los túneles se hace con lixiviados, que son producto del mismo proceso, es decir, se genera en el proceso y se recoge en un depósito para después volverlos a utilizar en el proceso. El procedimiento de llegada al depósito es a través de los orificios ya mencionados en la solera de los túneles, a través de los cuales circulan por gravedad. Para su reutilización, son bombeados hasta los mecanismos de aspersión, antes de lo cual son filtrados.